​El diario del naturalista

Bonita agenda mensual para anotar las observaciones hechas a lo largo del año, una estación tras otra. La primera mitad de sus páginas es un cuaderno de instrucciones y recomendaciones, una invitación a contemplar los acontecimientos naturales y guardar buen registro de ellos. La segunda mitad es el diario propiamente dicho, listo para empezar a emborronarlo. Tapa dura, buen papel, lomo de tela y preciosas ilustraciones. El único y grave problema es que se trata de una traducción literal, sin adaptación alguna, de una obra escrita y concebida en Estados Unidos, lo que puede desconcertar un tanto a los no avisados.